
Las enfermedades cardiovasculares son un término general para todas las enfermedades del corazón y la circulación, incluidas las cardiopatías coronarias, los accidentes cerebrovasculares, la insuficiencia cardíaca, la fibrilación auricular, las cardiopatías congénitas y las afecciones cardíacas hereditarias.
La enfermedad de las arterias coronarias ocurre cuando las arterias coronarias se estrechan por la acumulación de ateroma, un material graso dentro de sus paredes. El dolor o malestar que se siente a causa de dicho estrechamiento se denomina angina y, si se produce un bloqueo, puede causar un infarto de miocardio (ataque cardíaco). La mayoría de las muertes por enfermedad de las arterias coronarias son causadas por un infarto de miocardio.
La alimentación sana, el ejercicio regular y el abandono del hábito de fumar son elementos importantes en la prevención de otros episodios cardiovasculares. Para aquellos que tienen un infarto de miocardio, se someten a una revascularización o tienen insuficiencia cardíaca, la asistencia a un programa integral de prevención y rehabilitación cardiovascular ha sido altamente recomendada en recientes investigaciones científicas. El componente de actividad física y ejercicio de un programa es una parte integral tanto en las primeras etapas de la recuperación como a largo plazo. El papel de un profesional del ejercicio, que debe ser capaz de demostrar que tiene la formación, las cualificaciones y las habilidades adecuadas, es importante para ofrecer programas de ejercicio eficaces a largo plazo y para mantener los hábitos de ejercicio a largo plazo.
Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo una de las principales causas de mortalidad y morbilidad actualmente en el mundo. Los factores de riesgo, tanto modificables como no modificables, están bien establecidos y las intervenciones en el estilo de vida que se centran en los factores de riesgo modificables han demostrado tener muchos beneficios, incluida la reducción de la mortalidad cardiovascular, la reducción de los ingresos hospitalarios y las mejoras en la calidad de vida relacionada con la salud.
La inactividad física es un factor de riesgo clave de estas enfermedades y es considerablemente más frecuente que otros factores de riesgo importantes. El aumento de los niveles generales de actividad física sostenida y la evitación de conductas sedentarias prolongadas están asociados con la reducción del riesgo de sufrir un episodio. Además, la mala condición física es un fuerte factor de predicción independiente de los episodios. Los mecanismos por los cuales la actividad física y el aumento de la forma física pueden disminuir el riesgo de desarrollar enfermedad coronaria incluyen el efecto favorable que el ejercicio tiene sobre la mayoría de los factores de riesgo, incluyendo:
- disminución del colesterol total; aumento del colesterol de lipoproteínas de alta densidad; disminución de los triglicéridos
- mejor dinámica de la glucosa/insulina con mejor sensibilidad a la insulina
- reducción de la grasa corporal total, reducción de la grasa intraabdominal
- reducción de la presión arterial sistólica y diastólica
Además, se sabe que el entrenamiento con ejercicios reduce los desencadenantes conocidos de los episodios cardíacos al:
- prevenir la formación de un trombo
- mejorar el funcionamiento del endotelio
- reducir el potencial de arritmias graves
Todas las intervenciones, estrategias y oportunidades que aumentan el nivel de actividad física de un individuo son importantes y beneficiosas.
La rehabilitación cardiovascular es llevada a cabo por un equipo multidisciplinario y su objetivo es mejorar los resultados para las personas con enfermedades cardiovasculares, con pruebas sólidas de eficacia clínica y económica. La suma coordinada de intervenciones es necesaria para influir favorablemente en la causa subyacente de las enfermedades cardiovasculares, así como para proporcionar las mejores condiciones físicas, psicológicas y sociales posibles, con el objetivo de que el paciente pueda volver a su vida normal y, con su cambio de hábitos poder frenar o revertir la progresión de la enfermedad. Tradicionalmente se han detectado las siguientes fases de recuperación:
- Fase I: la etapa de hospitalización
- Fase II: el período inmediatamente posterior a recibir el alta
- Fase III (a corto plazo): es un programa de tratamiento ambulatorio clínicamente supervisado.
- Fase IV (a largo plazo): es el mantenimiento a largo plazo de la actividad física y el cambio de estilo de vida.
El equipo multidisciplinario que lleva a cabo la fase inicial de la rehabilitación incluye enfermeros cardíacos, médicos, fisioterapeutas, dietistas, psicólogos, profesionales del ejercicio y terapeutas ocupacionales.
La vía habitual de atención después de un programa de rehabilitación cardiovascular temprano (Fase III) es que el individuo asista a sesiones de ejercicio a largo plazo (Fase IV). El papel del profesional del ejercicio es crucial en el tratamiento a largo plazo de los pacientes con cardiopatía coronaria. Su función incluye impartir sesiones de ejercicio supervisadas regularmente, el diseño y la supervisión de programas de ejercicio en el hogar y el fomento de conductas de estilo de vida saludable. Además, la función también incluye la realización de diversas mediciones con fines de auditoría (pruebas de capacidad funcional, IMC, presión arterial) y la identificación de pacientes que pueden haber desarrollado contraindicaciones para hacer ejercicio, lo que puede requerir un mayor control médico. Estas sesiones son supervisadas por un profesional del ejercicio que ha obtenido el entrenamiento especializado de Instructor de Ejercicio Cardíaco.
Existen pruebas abrumadoras del beneficio de la actividad física y el ejercicio; sin embargo, debe administrarse en dosis pequeñas e ir comprobando los resultados para lograr estos beneficios. Antes de diseñar un programa de ejercicios para individuos con enfermedades cardiovasculares, es necesario realizar una evaluación inicial cuidadosa y medir bien los riesgos. Esto servirá para identificar a aquellos que tienen contraindicaciones absolutas para hacer ejercicio y, por lo tanto, no pueden hacerlo; a aquellos que están en alto riesgo de tener un episodio cardíaco durante el ejercicio y, por lo tanto, requerirán una supervisión constante; y a aquellos que tienen comorbilidades, lo que requerirá adaptaciones del programa de ejercicios. En cada sesión de ejercicio debe haber una evaluación continua de los síntomas y del riesgo. La prescripción de ejercicio debe seguir principios de programación clave, como por ejemplo, un calentamiento preparatorio y un enfriamiento posterior al ejercicio, garantizando el ejercicio cardiovascular progresivo y estableciendo una intensidad que se asocie que logre una mejora de la forma física pero con un riesgo bajo.